Es probable que en los últimos tiempos hayas oído hablar de los discos SSD o Discos de Estado Sólido. Hasta hace poco, la única opción de almacenamiento de información en el ordenador era la del disco duro tradicional, o HDD, pero en la actualidad muchos ordenadores modernos vienen ya con discos SSD instalados de serie. También cada vez más usuarios optan por usar un SSD como disco externo, y almacenar sus datos, películas, música, fotos… ¿Pero qué es un disco SSD? Y lo que es más importante: ¿Merece la pena comprar uno? En este artículo trataremos de resolver estas dudas.
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¿Qué es un disco SSD?
En un disco de estado sólido la información se almacena en semiconductores y no en placas metálicas magnéticas, como en los discos duros tradicionales. La tecnología utilizada en los SSD es similar a la que se utiliza en las memorias flash que se conectan vía USB, sólo que con una capacidad y velocidad mucho mayores.
Los HDD cuentan con un motor que los hace girar y que mueve un brazo que debe desplazarse para escribir o leer la información. En los SSD esas partes móviles desaparecen, y por eso presentan varias ventajas con respecto a los discos tradicionales.
Los SSD se conectan a la placa base mediante una interfaz SATA, la conexión para discos duros estándar desde hace años, así que es posible cambiar con relativa facilidad el disco magnético por un SSD en cualquier PC medianamente moderno. Como alternativa, existen los SSD externos, que se conectan mediante USB.
¿Qué ventajas tienen los discos duros SSD?
Los discos duros SSD tienen varias ventajas. La más apreciable por el usuario es la rapidez. En un SSD el acceso a los datos es casi instantáneo. Por lo tanto, si se trata de la unidad de memoria principal, la puesta en marcha del ordenador al presionar el botón de encendido es mucho más rápida, los programas se cargan antes y el rendimiento general de la máquina es superior. También a la hora de abrir archivos que se encuentren almacenados en un SSD puede apreciarse una mejora evidente en cuanto a la velocidad, ya se trate de un disco interno o externo.
Los discos magnéticos, además, presentan el problema de la fragmentación. Conforme el disco se llena, la información nueva necesita fragmentarse y ocupar los huecos que van quedando libres. Al estar dispersa en diferentes partes, su recuperación requiere más movimientos mecánicos y el rendimiento decae.
En un SSD, en cambio, no importa dónde esté la información, ya que el tiempo de recuperación siempre es el mismo. Por lo tanto, el rendimiento no disminuye ni necesitan ser desfragmentados.
Otra ventaja es que los SSD consumen de media un tercio de la energía que consume un disco duro de tipo HDD. Por lo tanto, se produce un menor gasto eléctrico, el equipo se calienta menos, se necesita menos refrigeración… Además, pesan una décima parte, y son mucho más silenciosos.
¿Y qué hay de los inconvenientes?
Como casi siempre suele pasar, con las ventajas vienen aparejadas algunos inconvenientes. El principal inconveniente en el caso de los discos SSD es el precio. Aunque se han abaratado considerablemente en los últimos años y lo siguen haciendo cada día que pasa, todavía siguen siendo más caros que los discos duros, y esto se nota aún más conforme se busquen mayores capacidades.
El segundo inconveniente es que un disco SSD presenta un número de escrituras limitado, y por lo tanto una vida útil menor, debido a la propia tecnología utilizada. Es difícil dar una estimación, ya que depende del uso que se le dé, pero para el usuario medio este periodo pueder ser de de unos 5 años, aunque los SSD más modernos duran mucho más y poco a poco la industria va superando este obstáculo.
Conlusiones: ¿SSD o HDD?
Después de todo lo que hemos expuesto, podemos concluir que la mejor opción para la mayoría de usuarios es disfrutar de lo mejor de ambos tipos de discos duros. Es decir, instalar ambos discos y darle a cada uno un uso específico. Por lo general, lo más recomendable es instalar el sistema operativo y los programas en el SSD, ya que ganaremos en velocidad a la hora del encendido y carga de las aplicaciones, mientras que los datos (películas, música, fotos, etc.) se pueden almacenar en un disco duro tradicional, puesto que en este caso la velocidad no es un factor tan importante.
Sin embargo, si cuentas con un presupuesto limitado para construir tu PC, es mejor que inviertas el dinero en otros componentes e instales un disco HDD, ya que siempre es posible adquirir un SSD más adelante.